Pablo Huneeus
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Para pensarla:

Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi. Mi sono spiegato?" Si queremos que todo siga como está, todo debe cambiar. (El sobrino del príncipe al unirse a los revolucionarios para seguir rico)

EL GATOPARDO, EN NETLIX
por Pablo Huneeus

«Don Calogero estaba allí de pie, pequeñín, menudo e imperfectamente afeitado: hubiese parecido realmente un pequeño chacal, de no haber sido por sus ojillos resplandecientes de inteligencia.»

Y sobre su mentalidad, siempre en las agudas palabras del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896—1957):

«Muchos problemas que parecían insolubles al príncipe, Don Calogero los resolvía en un santiamén. Despojado de los cien impedimentos que la honestidad, la decencia e incluso la buena educación imponen a las acciones de muchos otros hombres, comportábase en el bosque de la vida con la seguridad de un elefante que, arrancando árboles y aplastando madrigueras, avanza en línea recta sin advertir siquiera los arañazos de las espinas y los lamentos de las víctimas.»

Esto, porque anoche vi el segundo capítulo de «El Gatopardo» en Netflix. Magnífica serie, lindos caballos y un carruaje tirado por percherones, el del propio príncipe Salina, igualito al del fundo Leyda que uncía el capataz Segundo Mesina cuando íbamos a misa en el pueblo con la tía Inés Cox Balmaceda.

Pero hacia el final de éste segundo capítulo, aparece como venida del paraíso la actriz romana Deva Cassel, hija de Mónica Belluci y poseedora de cuatro idiomas, como Angélica, la preciosura de Don Calogero. Dicha secuencia es por si sola una obra maestra del séptimo arte. ¡Fantástica! Su ironía, finura y belleza remecieron il mio cuore.

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